Estaba sola en mi “casa” si es que así se le podía llamar, los hogares eran acogedores, pero en esta yo solo lograba sentirme sola, odiaba estar dentro de ella, solo tenía los muebles indispensables, ropero, cama, una pequeña mesa, refrigerador, estufa etc. No había televisión, telefoto o algo para mantenerme comunicada, solo mantenía comunicación con mis hermanos porque Mark se arriesgaba dejándome notas debajo de la puerta.
Hoy cumplía 16 años, y lo menos que quería era pasármela sola en esa cabaña tan aislada, no vería a Bryan y Mark hasta la noche, así que fui a la tienda del pueblo para comprar algunos ingredientes y hacer un pequeño pastel, solo para mí, tal vez teniendo suerte lograría que mis hermanos le dieran una mordida, pero eso ya seria pedir demasiado.
Entré a la tienda, no era muy grande pero parecía tener lo esencial, tomé una sesta y pasé por los pasillos, leche, huevos, solo me faltaba harina, que para mi mala suerte se hallaba en el estante más alto, estiré la mano e incluso me pare de puntitas pero no estaba ni cerca de alcanzarlo.
Como una niña que estaba a punto de hacer una travesura, miré hacia ambos lados y comencé a dar pequeños brincos que cada vez fueron cobrando mas la altura, pero no podría alcanzarla, y mi corazón ya se encontraba muy acelerado, como llevaba muy poco entrando en fase cualquier cosa me hacía perder el control. Me quede quieta mientras observaba fijamente la bolsa de harina mientas contaba hasta diez, no era como si esperara que mágicamente la bolsa callera en mis manos, bueno aunque nunca se sabe…
- ¿Necesitas esto? – escuche una voz a mis espaldas mientras una gran mano tomaba la bolsa de harina. Giré sobre mis talones y ahí estaba el… era Paul.
- Gra…gracias, se lo agradezco. – lo reverencié y caminé hacia la caja registradora, el aun me seguía, sentía su mirada sobre mí y eso me ponía los nervios de punta. Pagué y Salí del establecimiento.
- ¿Así que harás un pastel? – me preguntó Paul mientras me tomaba la bolsa de compras, al rosar nuestras manos sentí una ligera corriente eléctrica.
- S…Si –tartamudeé de nuevo.
- Y… se puede saber por qué? –me preguntó insistente, cuando yo lo menos que quería era seguir tartamudeando.
- Bueno, verá, hoy es mi cumpleaños y pues, voy a hornear un pastel para mí –dije mirando el suelo, seguro pensará que soy una loca solitaria que en su cumpleaños se hornea su propio pastel.
- Escuché que te mudaste sola aquí, lamento que no puedas estar este día tan importante con tu familia –me dedicó una bella sonrisa, Dios!, por un momento sentí que me temblaban las piernas.
- Sí, bueno, mis hermanos están muy ocupados, pero ellos me ven cada vez que pueden, así que no me siento sola, en fin, lamento que usted tenga que preocuparse –el soltó una sonora carcajada, verlo reír así me aceleró aun más el corazón.
- Usted? Solo tengo 19 años, deberías hablarme de tu –me puse roja como un tomate, creí que tenía unos 25, además, Bryan me dijo que a todas las personas desconocidas debía de hablarle de Usted, estaba empezando a dudar si mis hermanos me habían educado correctamente.
- Oh! Cuanto lo siento, es que mis hermanos me dijeron que… y como te vi muy grande, no grande, más bien como estas… bueno se ve que te has desarrollado bien, pero… lo que quiero decir es que, perdóname! – sentía que me ardían las mejillas, y ni siquiera había podido terminar una oración.
- Tranquila, suele pasar –Trató de tranquilizarme mientras aguantaba la risa, miré alrededor, cielos!, no me había dado cuenta de que ya habíamos llegado a la cabaña. – pero te perdonaré si me das un poco de tu pastel cuando lo termines.
- Cla…claro
- Bueno, vendré más tarde, feliz cumpleaños –dijo mientras de abrazaba y me daba un beso en la mejilla. Me dedico una encantadora sonrisa, yo me quedé helada, lo observé mientras se marchaba hasta que se perdió de vista,
¡Dios mío! Esto era demasiado para mi, mi corazón latía demasiado agitado, no me había dado cuenta pero ya estaba temblando, rápidamente deje las cosas en la cabaña y corrí hacia el bosque.
. . . . . . . . . .
Sin duda hoy era el mejor día de mi vida, hablé con ella, la llevé a su casa e incuso la abrasé y le besé la mejilla. Hoy era su cumpleaños, así que debía regalarle algo, tenía que ganarme su corazón. Me dirigía a mi casa por mi moto e ir a la ciudad a comprarle algo pero en el camino me topé con Sam, Jacob, Quil y Embry.
- Paul, el novato de nuevo está suelto en el bosque, tenemos que ir por el –me dijo Sam.
- Demonios!, Tiene que ser hoy?
- Tenemos que encontrarlo cuanto antes.
Maldije por lo debajo y corrí junto con ellos al bosque para entrar en fase. Ese estupido novato se las iba a ver conmigo.
- Con que me desobedeciste y seguiste a la chica eh?
- ¿Y desde cuando le ayudas a las personas con las bolsas de compras? – Se buró Embry.
- ¡Desde que me impronté, im*bécil! – suspiré- Sam, sabes que no me puedo alejar de ella.
- Entiendo Paul, pero deberías ir más despacio.
- Lo haré.
- Atentos, el novato se está acercando. Paul, ya sabes que hacer.
- Claro, déjenmelo a mí.
Salí de la formación apresurando el paso, los demás empezaron a perseguir al novato hasta acorralarlo y guiarlo hacia mí, antes de que se diera cuenta lo embestí con todas mis fuerzas, reconozco que me pasé, incluso escuché algunos huesos grujir, pero se lo merecía, nos había causado muchos problemas.
Instantáneamente después del choque el novato salió volando cayendo entre unos arbustos, Sam, Quil, Embry y Jacob llegaron a donde yo me encontraba y salimos de fase para aguardar a que el nuevo de la manada saliera.
- Sal, no te haremos daño –Jake fue el primero en hablar al ver que el novato no salía, aunque sentíamos su mirada sobre nosotros. Las ramas empezaron a grujir, él se acercaba, después el ruido de las ramas se hizo menor, lo que significaba que había salido de fase.
En ese momento me llegó aquel olor que podía identificar donde fuera, me quedé atónito.
Ella dudó unos segundos si salir o no, pero ya la habíamos visto, salió tambaleante de entre los arbustos, eso me destrozó. Yo había sido el culpable, yo la embestí, había dañado a mi mas valioso tesoro, que ahora luchaba por mantenerse de pie frente a nosotros que estábamos petrificados. Solange cayó al suelo inconsciente, un segundo después reaccionamos y corrimos hacia ella.
- Demonios, Sol, que… que te he hecho? –la miré horrorizado, no podía tocarla, no me sentía con el derecho. Solo la observaba tendida en el suelo, se veía tan frágil.
- ¡Rayos, Paul, tenemos que atenderá rápido!-Gritó Sam, rápidamente la tomé en mis brazos y corrimos hacia la reserva. En el camino no dejaba de repetir la escena una y otra vez en mi cabeza, atormentándome y maldiciéndome a mí mismo.
Seth y Leah estaban en la casa de Emily, empalidecieron al vernos llegar a todos desnudos con Sol en brazos, rápidamente y con todo el cuidado del mundo la recosté en un sillón.
- Dios mío, Sam que pasó? –preguntó Emily preocupada.
- Ahora no hay tiempo, Emily, trae una frazada, Jacob llama a Carlisle y dile que venga inmediatamente.
Todos corrían y hablaban por todas partes, era todo un caos,
Solange comenzó a recobrar la conciencia y todos guardaron silencio y la rodearon. Ella a vernos a todos se asustó e inmediatamente trato que ponerse de pie, pero solo hizo una mueca de dolor.
- Tranquila,
Solange -traté de acariciarle la mejilla pero ella lo evitó, lo tenía merecido, yo la había atacado y estaba en todo su derecho de odiarme, aunque eso me matara.
- Si, si
Solange está aquí, fue nuestra culpa, lo sentimos, ¿qué?, ¡¿pero quién habla?! –Todos pusimos atención a la llamada telefónica de Jake, que no pintaba nada bien, después de un minuto de silencio, Seth fue el primero en preguntar.
- ¿Qué te dijeron? ¿Carlisle vendrá?
- No sé, le conté a Carlisle lo que ocurrió, pero alguien le quitó el teléfono y dijo que vendrán por ella, sonaba muy furioso.
- ¿No era nadie de los Cullen? –preguntó de nuevo Seth.
Jake no le contestó, ya que su atención estaba hacia el bosque, igual que todos, era el olor de los chupasangre que habían estado rondando el bosque.
- Emily, cuida a
Solange y espera a que Carisle llegue – Dijo Sam al momento en que todos salíamos por la puerta, me dolía dejar a Sol pero no tenía opción,
- No vayan –dijo débilmente mi sol, provocándome un nudo en la garganta.
- Tranquila – Fue lo único que pude decir, antes de salir hacia el bosque.
Corrimos a toda velocidad hacia el bosque, esperaba que esto durara poco para volver lo antes posible con mi Sol.
- Ella estará bien- Me consoló Jake.
- Eso espero –respondí.
Avanzamos hasta llegar a donde provenía el olor, era un claro, el mismo claro donde había ido esta mañana para pensar un poco, y ahora estaba inundado por la peste de dos sanguijuelas.
Uno era rubio y con ropa demasiado formal para mi gusto, mientras que el otro era castaño y con ropa más informal, pero no dejaba de estar fuera de lugar, pero lo que más me extraño fue que ambos tenían los ojos dorados, no cazaban humanos, pero habían violado el contrato, y debían morir.
- ¿Dónde está ella? –habló el rubio amenazadoramente, nosotros solo nos pusimos en posición de ataque, era solo de esperar la orden del alfa.
- ¡¡Maldición, donde esta
Solange , donde la tienen malditos perros!! –Gritó el castaño enseñando los colmillos. Todos nos quedamos paralizados, ¿Por qué demonios querían a mi Sol? – bien, si no nos piensan decir, tendremos que matarlos.
- Ataquen! –Ordenó Sam, todos corrimos listos para atacar, ellos querían a mi impronta, y no se los iba a permitir aunque me costase la vida.
De pronto ella apareció en su forma lobuna, nosotros paramos en seco.
Solange estaba frente a las sanguijuelas, protegiéndolos con su cuerpo mientras nos gruñía amenazadoramente.
- ¿
Solange , por qué? –pregunté confundido.
- Si quieren hacerles daño tendrá que ser sobre mi cadáver. –gruñó.
- ¿Qué es esto? Una licántropo dispuesta a dar la vida por un par de sanguijuelas? –Habló Sam.
- Ellos…son – Calló inconsciente antes de terminar la frase.