"El sacrificio, es el precio de una vida luchando; La lucha es el alma de ser constante"
El chico de ojos purpuras corría a gran velocidad, incluso podría decir que él era mucho más veloz que yo, tenia una agilidad y gracia, sus facciones eran perfectas, una nariz fina y recta su tez era tan blanca como la mía, sus labios eran finos y mostraban una media luna maliciosa, y sus ojos, sus ojos eran profundos e inmutables, como si todo fuese un sencillo juego de niños.
Corría a toda velocidad, los motociclistas del Infinito casi lo alcanzaban, hice un intento en vano de levantarme, pero me fue imposible, mi cuerpo aun me dolía, e intentar moverme precipitadamente solo hacía que tardara más en recuperarme.
Ellos casi estaban encima de él, iba gritar pero mi boca no logro producir ningún sonido, no sabía su nombre o si era una persona mala –desde el punto de vista de el Infinito- lo que sería bueno para mí.
Un sonido me saco de mis pensamientos, era un sonido ensordecedor, como si una roca se agrietara, pero era mejor, como si un iceberg se agrietara. Si, era eso, hielo, que brotaba abundantemente en el suelo cada vez que sus pies lo tocaban, pronto todo se veía como si fuera una pista de patinaje, y con las bombas de humo que ellos lanzaban le daba un efecto mágico.
Los motociclistas derraparon y las motocicletas salieron patinando hacia direcciones opuestas.
- ¡Fíjate estúpido! No estás luchando tu solo –Se escuchó un grito molesto, de las sombras salió una pequeña luz, fijándome mejor, la luz provenía de la palma del el chico que, según yo, le había gritado al de ojos purpuras hace unos instantes, pero no era luz, era fuego, sus ojos eran naranjas, del mismo color de la llama que sostenía en su mano, tenía una apariencia ruda y desafiante.
- Deberías fijarte por dónde vas y no estorbarme – Habló el chico de ojos purpuras, su voz era como un susurro, pero se escuchaba claramente.
- ¡Tu imbécil! – El chico de ojos naranjas avanzo rápidamente hacia el de ojos purpuras, más que dispuesto a estamparle su puño en la cara.
- Ya dejen de pelear como si fuera niños – Dijo una chica con los ojos rosados y cabello castaño, tenía las manos extendidas, al hacerlo el humo empezaba a disiparse. Una chica pequeña de cabello corto se situó contra su espalda, tenía una posición de ataque, era extraño ya que se veía tierna e infantil, pero su semblante era totalmente serio.
Del humo salieron cuatro hombres con metralletas dispuestos disparar en cualquier momento, pero la pequeña chica, con un simple aplauso, algo extraño por el eco que le siguió, pero eso bastó para que los hombres armados cayeran el suelo inconscientes.
Mas disparos se escucharon, empezaban a llegar más, rápidamente la situación se les fue de las manos, había alrededor de 50 soldados del Infinito, afortunadamente ellos no tenían armas de fuego, pero si estaban armados con varas con puntas afiladas, lo que podía permitir que dañaran a esos 4 que me estaban ayudando. A duras penas logré ponerme de pie, divisé a unos motociclistas que se acercaban hacía la pelea, e hice que las motocicletas explotaran y los tipos salieran volando.
Los que se encontraban peleando dejaron de hacer lo que estaban haciendo y me miraron, ahora los soldados se dirigieron hacia mí. Pero esos cuatro eran tercos y rápidamente corrieron para luchar a mi lado.
- ¡Huyan, yo los distraeré! –dije a la vez que lanzaba a dos soldados.
- No te dejaremos aquí – Contesto el chico de ojos purpura que se había situado al lado mío. Bufé y corrí algo lejos, los soldados prefirieron seguirme a mí, que me separaba del grupo que al principio era el objetivo.
Estaba luchando con unos 10 soldados a la vez, cuando de repente sentí dolor agudo en las costillas, el comandante Fellon me había golpeado con una de sus varas, me maldije a mi misma por haberlo olvidado.
- ¿Ya no se sienten tan poderosos, verdad? Malditos cuervos – dijo tirándome del cabello mientras me apuntaba con una pistola a la cabeza. El chico de ojos purpura empalideció y corrió a toda prisa hacia el comandante, este dejo de apuntarme para fijar su mira hacia él.
- ¡No! ¿Que haces? –le grité.
- ¡No pienso volverte a perder! – dijo mientras se preparaba para atacar.
- ¡No! – Grité, por un segundo perdí el control, esto hizo que explotara la primer cosa que volteé a ver, el arma de Fellon.
- ¡Mara! – Escuché que el gritaba por mí, pero no pude decirle que estaba bien, miré la desesperación en sus profundos ojos purpuras y todo se volvió blanco.
- Mara – Dijo el pequeño niño comiendo una paleta que el mismo acababa de congelar.
- ¿Si?
- ¿Si me hago un hombre fuerte y capaz de protegerte, estarías conmigo? –Preguntó tímidamente.
- Estaré contigo seas fuerte o no, pase lo que pase – La niña le dedicó una sonrisa amable y le dió un beso en la mejilla.
- Te quiero, Mara…