El reloj marcaba casi el medio día, estaba enfrente del Big Ben, pero ese momento no era para admirar una torre de mas de dos siglos.
- Objetivo localizado, intersección en 33 metros.
Escuché a lo lejos, hundí la cara en mi bufanda mientras observaba a mi alrededor, turistas, era lo único que me rodeaba, pero no todo es lo que parece y eso me lo había echo entender a gritos la experiencia, todas y cada una de las veces en que El Infinito intenté atraparme, 6 veces en casi un año y medio.
Por lo menos tenia la seguridad de que tenia la delantera, últimamente había intentado frecuentar lugares turísticos, con muchas cámaras, guardias y turistas que no tenían ni idea que entre ellos se encontraba una mutante que escapaba de una organización mundial. Ellos eran ingeniosos, tenia curiosidad de que intentarían hacer en medio de tanta gente, pero pronto lo descubriría.
Un ruido ensordecedor me alejó de mis pensamientos, era una explosión y en una abrir y cerrar de ojos todos los turistas habían corrido a refugiarse, y ahí me encontraba yo, en medio de la gran plaza, rodeada una gran cortina de humo. El encuentro había comenzado.
- Mmm... veamos - dije para mi misma agudizando el oído, ya de por sí demasiado desarrollado para un humano, zumbidos se escuchaban por todas partes, estaban rodeándome. - Que demo... - una motocicleta salió de la nada, el conductor estaba mas que decidido a atropellarme, pero con un simple salto de solo un respiro de dificultad logre evadirlo, pero los conocía bien, era solo una distracción, rápidamente eché a correr, no podía ver ni siquiera mi mano frente a mi rostro. Escapar sería difícil.
- Amara, entrégate te tenemos rodeada - gritó el comandante Richarrd Fellon, había tenido la "dicha" de conocerlo en mi primer encuentro con El Infinito, el señor Fellon había tomado la misión solo, sin apoyo, solo con una pistola y una radio, claro, ¿qué se podía esperar de una chica de 16 años? pues bien, el fue el primero en descubrirlo.
- Nos vemos de nuevo, Richard - lo saludé con notable cinismo, seguido de una risa de suficiencia, al recordar la primera misión para capturarme con solo un hombre y henos aquí, a juzgar por el ruido había por lo menos ocho motocicletas dando vueltas al rededor de mí, y sobre nosotros se escuchaba un helicóptero, además de las bombas de humo que eran arrojadas constante mente para armonizar completamente con la situación - ¡Que emocionante! -grité solo para enfadar al comandante aún más.
Pero algo me bajó de mi pedestal, una bomba, nunca hubiera creído que me lanzarían una bomba directamente, simplemente porque ellos me necesitaban y dañar al "objetivo" era completamente irracional, al menos eso pensé cuando fui lanzada por la onda de expansión, y rodeé algunos cuantos varios de metros, que por cierto fue la caída mas dolorosa de mi vida, obviamente, por la gran velocidad en la que corría.
- ¡Maldición! -grité furiosa, mirando como me lanzaban dos granadas desde el helicóptero, era muy tarde para levantarme de suelo, así que lanzé con mi telequinesis las granadas, uno a la derecha y otro a la izquierda, lo último que quería era que le cayeran al helicóptero y terminara aplastándome.
Después de eso vino a mi una ola de sonidos extraños, y tan rápido como llegaron desaparecieron, todo era completo silencio, yo solo respiraba agitadamente mirando hacia arriba, tratando de ver el cielo que era ocultado por el espeso humo.
- Amara - el llamado de alguien me hizo reaccionar, el humo ya comenzaba a disiparse y yo me debatía si aquella voz fue alguna alucinación o si alguien en verdad me llamaba. Opte por lo primero, pero aun así el eco de esa voz retumbaba en mi cabeza, por alguna razón esa voz me entregaba la calma.
Me levanté e hipnotizada caminé hacia donde supuse provenía la voz, cuando el humo desapareció, lo vi, una parvada de cuevos volaba a su alrededor y sonreía solo para mi, su mirada era oscura pero gentil, me resultaba familiar, y sus ojos morados me lo confirmaron, el era... perfecto.